Una década de construcción turística: balance final de Horacio Yanes al frente de la dirección de turismo de Canelones

En una conferencia de prensa marcada por el agradecimiento, la continuidad y la memoria institucional, Horacio Yanes cerró su ciclo de diez años como director de Turismo de Canelones. Acompañado por su equipo y por Ximena Acosta —quien asumirá el cargo próximamente—, la jornada no fue solo un acto de traspaso, sino una pausa necesaria para observar con lupa los logros, desafíos y legados de una de las gestiones más extensas en el turismo departamental uruguayo.
Por Jacobo Malowany para CIPETUR
Del impulso a la consolidación
Cuando Yanes asumió el cargo en 2015, el turismo en Canelones era un potencial aún sin explotar del todo. Las playas, si bien populares, carecían de una estrategia integral y de una planificación a largo plazo. En esta década, el proceso fue claro: pasar de la improvisación al orden, de la informalidad a los mecanismos de licitación pública, y de las actividades sueltas a una red de eventos con identidad propia. Creación de marcas como Atlántida Costa de oro.
Uno de los pilares de su gestión fue el llamado a licitación para la gestión de todos los puntos turísticos de la costa canaria, incluyendo balnearios, servicios gastronómicos y espacios recreativos. Esta medida permitió regularizar, profesionalizar y financiar la infraestructura costera sin depender exclusivamente del presupuesto municipal. Hoy, la mayoría de los paradores, baños, ferias y escenarios cuentan con contratos transparentes, inversión privada y estándares más claros de calidad.
Marcas, eventos y visibilidad
El calendario turístico del departamento también fue una creación sostenida. Bajo su gestión se consolidaron festivales gastronómicos, circuitos de enoturismo, turismo rural, y ferias estacionales que hoy figuran en las agendas de residentes y visitantes.
El turismo de cercanía dejó de ser un concepto y se convirtió en política concreta: desde las playas metropolitanas hasta bodegas familiares y proyectos comunitarios en el interior profundo de Canelones. El territorio comenzó a narrarse desde múltiples voces y no solo desde la postal del atardecer en Atlántida o La Floresta.
El foco en el desarrollo territorial
Otra línea destacada fue el trabajo conjunto con colectivos rurales, productores, organizaciones sociales y pequeñas empresas. Esto permitió que zonas como Montes, Tapia o San Antonio comenzaran a recibir visitantes no por accidente, sino por haber sido integradas a circuitos planificados.
La estrategia de “costa más interior” propuso una nueva forma de recorrer el departamento, donde el turismo no solo se asociaba al verano, sino también a la producción, la cultura y la memoria. En ese sentido, se realizaron recorridas, encuentros, y articulaciones con otros sectores como vitivinicultura, apicultura y agroecología.
Lo que queda pendiente
El cuidado ambiental de la costa, el control de residuos en eventos masivos y la protección de ecosistemas locales siguen siendo temas sensibles y, en algunos casos, subatendidos.
A su vez, si bien la costa fue ampliamente atendida, no todas las localidades del interior profundo accedieron al mismo volumen de promoción o recursos. Y aunque hubo intentos, el turismo inclusivo, accesible y desestacionalizado todavía tiene camino por recorrer.
Un cierre con mirada al futuro
“Dejo la dirección con satisfacción y con tranquilidad. Fueron años de mucho trabajo, de muchos aprendizajes y de resultados visibles”, expresó Yanes durante su balance final. A su lado, Ximena Acosta —hasta ahora parte del equipo técnico— recibió la responsabilidad de continuar y evolucionar una línea de trabajo que ya cuenta con cimientos sólidos.
El desafío que le espera no es menor: mantener lo construido, corregir lo pendiente y abrir nuevas rutas que incorporen tecnología, sostenibilidad real y más inclusión territorial.
Una década que marca
Diez años después, el turismo en Canelones no es el mismo. Horacio Yanes cierra un ciclo que ayudó a poner al departamento en el mapa turístico nacional con otra consistencia. Su gestión no se mide solo en obras, sino en haber planteado que el turismo —cuando es política pública— puede generar comunidad, economía y arraigo.
El próximo capítulo lo escribirá otra persona, pero el relato que deja está abierto para seguir creciendo.