Miércoles, 27 Noviembre 2024

Puerto Natales en Chile y sus bellezas: el umbral de la Patagonia mágica

Muchos viajeros que se aventuran al sur para explorar Ushuaia o El Calafate no siempre descubren la riqueza que ofrece Chile en esta región. Enclavado entre los fiordos y las montañas del extremo sur de Chile, Puerto Natales es mucho más que un simple punto de partida hacia el Parque Nacional Torres del Paine. Este rincón patagónico es una joya en sí misma, con un encanto que radica en su perfecta fusión entre naturaleza, cultura y hospitalidad. Su aire frío pero revitalizante, sus paisajes de ensueño y su creciente reputación como destino gastronómico lo convierten en un lugar inolvidable. Aquí, la historia, la naturaleza y la cultura se entrelazan para ofrecer a los viajeros una travesía inolvidable en el corazón de la Patagonia chilena.

 

Por Jacobo Malowany para CIPETUR

 

Recientemente la Asociación Mundial de Turismo Gastronómico (WFTA), considerada la máxima autoridad en turismo culinario, ha otorgado a Puerto Natales el distinguido título de Capital Culinaria de Chile. Este reconocimiento no solo subraya la excelencia de su oferta gastronómica, sino que también posiciona a la ciudad como un referente global para quienes buscan experiencias auténticas y de calidad en la cocina.

Ser un referente culinario no termina en la mesa: los alrededores, desde las majestuosas Torres del Paine hasta la encantadora Punta Arenas, convierten cualquier visita en una experiencia integral, donde el gusto y la vista encuentran su equilibrio perfecto. Este reconocimiento no es casualidad: sus platos, inspirados en productos locales como el cordero magallánico, el congrio fresco del estrecho y los mariscos, ofrecen una conexión directa con la riqueza del entorno. El "cordero al palo", cocinado lentamente al calor de las brasas, es el símbolo de una tradición culinaria que honra la paciencia y el sabor auténtico.

A ello se suman propuestas innovadoras, como ceviches de salmón con hierbas locales o postres elaborados con frutos de la región, como el calafate, cuya leyenda promete que quienes lo prueban siempre regresarán.

Un vínculo inesperado une a Puerto Natales, en el extremo sur de Chile, con el glamoroso balneario de Punta del Este en Uruguay. Ambos comparten la obra de un mismo artista: Mario Irarrázabal. En Punta del Este, su emblemática escultura "La Mano", o "Hombre emergiendo a la vida", muestra cinco dedos que parecen surgir de la arena en la playa Brava, convirtiéndose desde 1982 en un símbolo icónico del balneario uruguayo.

En Puerto Natales, la réplica de esta mano, creada en 1993 por el artista local Juan Andrade con apoyo de la comunidad natalina, da la bienvenida a los viajeros. Ubicada a la entrada de la ciudad, la escultura tiene un significado especial: conmemora la Semana Natalina, un evento que celebra la historia y la identidad de la localidad. Aunque originalmente inspirada en la obra de Irarrázabal, esta versión se ha integrado como un símbolo de la conexión cultural entre las comunidades y el carácter acogedor de Puerto Natales.

Ambas esculturas no solo destacan por su impacto visual, sino por su capacidad de transmitir mensajes universales: en Punta del Este, la mano emergiendo de la arena invita a reflexionar sobre la relación entre el hombre y la naturaleza; en Puerto Natales, evoca la memoria, la pertenencia y el sentido de comunidad. Dos manos, dos historias, pero una conexión cultural que une a estos destinos tan diferentes y, a la vez, tan complementarios.

A la entrada de la ciudad nos recibe la representación en forma de escultura a tamaño real de un Milodón, es un homenaje al antiguo habitante prehistórico de estas tierras. Estos símbolos, profundamente enraizados en la identidad de la región, marcan el inicio de una experiencia inolvidable.

La postal perfecta: el fiordo Última Esperanza

El fiordo Última Esperanza, que abraza a Puerto Natales, es una constante invitación a la contemplación. Sus aguas tranquilas reflejan un cielo cambiante, a menudo adornado con nubes dramáticas que realzan la magnificencia del paisaje. Desde sus muelles, las embarcaciones llevan a los visitantes a explorar glaciares imponentes como el Balmaceda y el Serrano, donde el hielo milenario cuenta historias de un pasado remoto.

Los paseos en kayak o las caminatas por los alrededores ofrecen una conexión íntima con este entorno virgen, donde el viento y el silencio son los protagonistas.

El arte del sabor en Puerto Natales

La gastronomía local es un homenaje a los productos de la región, destacando la creatividad y el respeto por la tradición. El cordero magallánico, asado lentamente al palo, es una de las delicias imperdibles, junto con la centolla, cuyo sabor delicado evoca la pureza de los mares patagónicos.

En los últimos años, Puerto Natales ha ganado renombre por sus innovadores restaurantes, donde chefs locales y extranjeros reinterpretan los ingredientes autóctonos. Desde caldos de mariscos hasta postres de calafate, cada plato es un viaje que honra la autenticidad y la calidad de la tierra.

A continuación, se presentan algunos de los establecimientos más destacados y sus propuestas culinarias donde he tenido la suerte de degustar la mayoría de mis recomendaciones:

  1. Santolla

Ubicado en la calle Magallanes 73b, Santolla es reconocido por su enfoque en mariscos frescos y saludables. Su especialidad es la centolla magallánica, preparada en diversas formas que resaltan su sabor natural. El ambiente acogedor y la atención personalizada complementan la experiencia gastronómica.

  1. Cormorán de las Rocas

Situado en Miguel Sánchez 72, este restaurante ofrece una fusión de cocina internacional con inspiración patagónica. Destacan platos como el cordero magallánico y diversas delicias marinas típicas de la zona. Además, su ubicación proporciona una vista privilegiada de la costanera, creando un ambiente ideal para disfrutar de una comida memorable.

  1. El Marítimo

Localizado en Arturo Prat 379, El Marítimo es conocido por su oferta de mariscos y platos tradicionales chilenos. Los comensales elogian la calidad de sus preparaciones y la calidez de su servicio, lo que lo convierte en una opción recomendable para quienes buscan sabores auténticos de la región.

  1. El Bote

Este restaurante se especializa en mariscos y cocina chilena, ofreciendo opciones aptas para vegetarianos. Los clientes destacan la calidad y variedad de la comida, así como la amabilidad del personal. El ambiente es agradable, lo que lo convierte en una experiencia que muchos no olvidan.

Platos Típicos a Probar

Al visitar Puerto Natales, es imprescindible degustar algunos de los platos emblemáticos de la región:

  • Cordero al Palo: Una preparación tradicional donde el cordero se asa lentamente al aire libre, adquiriendo un sabor único gracias a la leña y los condimentos locales.
  • Centolla Magallánica: Este crustáceo, considerado un tesoro marino de la región, se presenta en diversas preparaciones, desde entradas frescas hasta chupes y ceviches, destacando su sabor delicado y textura suave.
  • Guanaco Patagónico: La carne magra del guanaco, similar a la del vacuno, es apreciada por su sabor particular. Se puede encontrar en preparaciones como tartar, carpaccio o braseado, ofreciendo una experiencia culinaria auténtica de la Patagonia. Es algo muy rico

 

Un pueblo con alma y carácter

Más allá de sus paisajes, Puerto Natales se distingue por su atmósfera tranquila y su gente amable. Caminar por sus calles, con casas de colores y murales que cuentan historias locales, es descubrir un lugar que celebra su pasado ganadero y su conexión con los inmigrantes europeos que moldearon su carácter.

El Museo Histórico Municipal, con su enfoque en las culturas originarias y la colonización, ofrece un contexto que enriquece cualquier visita. Además, las tiendas de artesanía local y las pequeñas cafeterías invitan a los visitantes a llevarse un pedazo de la Patagonia en forma de recuerdos únicos.

Puerto Natales: donde todo comienza

Puerto Natales es mucho más que una escala: es un destino que cautiva por sus paisajes, sorprende con su cocina y enamora con su autenticidad. Este rincón patagónico, donde el tiempo parece detenerse, invita a vivir una experiencia que trasciende lo visual y se adentra en lo sensorial. Aquí, cada rincón, cada sabor y cada momento se convierten en un recuerdo imborrable, dejando en quienes lo visitan el deseo irremediable de regresar.