Miércoles, 11 Febrero 2015

Exitosa 8va. edición de Boulevard Gourmet, o cómo los gastronómicos se aggiornan en sus propuestas

Con el lema “Tango y Sabores”, se realizó la 8va. Edición de Boulevard Gourmet, con la característica de sacar literalmente la mesa, el mantel y la cocina a un entorno natural junto a árboles, flores y livings, poniendo por un accesible ticket las delicias de los prestigiosos locales como: La Bourgogne, Floreal, L`incanto, La Table de Jean Paul, View Point, Life Bistró (Hotel AWA), Felix Caffè y Bendita by Sisai; acompañados por las bodegas: Garzón, Familia Deicas, Bouza, Altos de la Ballena, De Lucca y Carrau.

 

por Lucía Inés Bagnasco

La gran concurrencia confirma la decisión de unirse para promocionarse, pero también para llevar al paso del nacional y del turista una opción diferente que edición tras edición aumenta la cantidad del público pues el comentario se corre y muy favorablemente.
Otra de las virtudes de este evento es el ofrecer desde pastas o pizzas, pasando por los bocados de salmón y especialidades de otras latitudes además de las propias nuestras. Nadie se va desconforme.

No es nada nuevo decir que la gastronomía es uno de los pilares más importantes del sector turístico en el mundo, donde no se trata solamente de conocer el lugar de destino, sino que también la elección se determina por cómo se almuerza y se cena.

Si es así, o sea, si el yantar ha sido excelente en todos los sentidos, (buen vino, buena comida, buena higiene, buen ambiente, buen servicio etcétera), con toda seguridad ese lugar será recordado, primero por lo que allí se comió y luego por lo que se vio. Sí, en ese orden y no en otro. Así es que si la comida fue pésima, y en cambio fueron los mejores monumentos, los mejores paisajes, lo mejor de lo mejor visitado, de aquel lugar quedará siempre una mala imagen.

Así  se caracteriza la importancia de la gastronomía en el mundo, donde se habla hace ya tiempo de “turismo gastronómico”.
Aparte de que existe,  un importante número de personas, y cada vez hay más, que acuden a un destino concreto sólo para conocer y experimentar determinados tipos de cocina, vinos, en definitiva descubrir nuevas sensaciones culinarias que, por otra parte, los responsables del lugar han sabido vender. Es el turismo gastronómico que va tomando cuerpo.


Hasta hace unos cincuenta años,  sólo unos pocos disfrutaban su tiempo de ocio en forma de viaje. Se dieron entonces las condiciones económicas, tecnológicas y sociales necesarias para que, por primera vez en la historia de la Humanidad, la gente comenzara masivamente a desplazarse, no motivados por las guerras, el trabajo o la fe, sino por placer. Eran los turistas, gente que pagaban por tomar el sol, por mojarse en el mar, por pasear por el monte y gastaba dinero sin preocupación aparente. En un plazo relativamente corto, los espacios se modificaron, la geografía conocida se adaptó para explotar económicamente los deseos de aquellos recién llegados. Con ellos también arribaron, casi de la mano, grupos cada vez más numerosos de gente con esperanzas de encontrar un futuro laboral prometedor o, al menos, una fuente de ingresos capaz de permitir la acumulación de capital a corto plazo. Llegaron también inversores de todas partes que, en la necesidad tal vez inducida, preparaban el entorno para satisfacer el ansia de los visitantes y ofrecían, para conseguirlo, salarios por trabajo y plusvalías por tierra.

En su complejidad, se entiende que el turismo  es el movimiento de gente a destinos fuera de su lugar habitual de trabajo y residencia, las actividades realizadas durante su estancia en estos destinos y los servicios creados para atender sus necesidades implicando e interrelacionando las motivaciones y experiencias de los turistas, las expectativas y los ajustes hechos por los residentes del área receptora y los roles jugados por las numerosas agencias e instituciones que interceden entre ellos, además del importante grupo de culturas y sus optimizaciones para el encuentro cara a cara de los diferentes actores.

Pero la actividad turística no ha sido, ni mucho menos, estática a lo largo del tiempo.

Inicialmente vinculada a las clases sociales que disponían de economías saneadas y que hacían de los lugares de vacación una prolongación de su residencia habitual, su popularización hizo necesaria la creación de estándares tanto en lo que se refiere al alojamiento como a las actividades y servicios que se lo ofrecían para su disfrute.

Los años ochenta abrieron paso a la consolidación de nuevas formas mas sofisticadas y, en principio, más elitistas de turismo. Se iniciaron entonces de forma intermediada por tour operadores y centrales de reserva el turismo rural, los viajes de aventura y riesgo aparente, la pasión por la naturaleza y por lo exótico de otras culturas.

Para este nuevo turista, la parte central de su viaje está  determinada por la posibilidad de participar en nuevas y profundas experiencias culturales, tanto en lo estético como en lo intelectual, emocional o psicológico, de experimentar la cultura en el sentido de una forma distintiva de vida.
El sistema turístico se adaptó a las nuevas demandas al tiempo que las creaba.

El mercado comenzaba a mostrar su flexibilidad y segmentación, el énfasis se puso sobre la experiencia satisfactoria y la calidad del turista un eufemismo para referirse al alto poder adquisitivo y posibilidad de fasto en el destino. El turismo alternativo, con subproductos como el turismo rural, el ecoturismo o el turismo cultural, es hijo de tal situación, generando turistas-cliente de un carácter marcadamente heterogéneo determinado, entre otras cuestiones, por sus preconcepciones específicas del entorno cultura de acogida y su capacidad para variarlas según la realidad percibida en el destino.

Aunque el turismo masivo está lejos de haberse agotado, ya no es suficiente para satisfacer la demanda que su propio crecimiento le solicita. Pero, al mismo tiempo que ha crecido, se ha visto en la necesidad de ampliar sus horizontes porque ha ido surgiendo un turista cada vez más exigente.

La gastronomía es el resultado de la historia de un pueblo. La gastronomía  uruguaya es el resultado de la influencia culinaria de diversas tradiciones, entre las que destacan, por supuesto la italiana, y la española. De estas influencias ha resultado una riquísima y variada tradición gastronomía, que incluye desde la cocina tradicional cotidiana, que consumimos diariamente, hasta la alta cocina internacional, que se consume en los restaurantes de alto nivel.

Esto forma parte de un Patrimonio Cultural en el más estricto sentido de la definición de la UNESCO (1998), “un conjunto de creaciones que emanan de una comunidad cultural fundada en la tradición”, conjunto en el que los diversos grupos sociales de nuestro país reconocemos nuestra identidad, pero que al mismo tiempo está en constante proceso de mejora y enriquecimiento.

Todo el patrimonio cultural representa un gran potencial de desarrollo turístico. Sin embargo, lo que se necesita para ese desarrollo, es que este potencial se convierta en un producto turístico que esté perfectamente definido como tal. El recurso cultural es la materia prima; el producto es el recurso elaborado y puesto en valor en el mercado turístico. Y este proceso de elaboración y puesta en valor de los recursos se realiza a través de la actividad empresarial.
El destino está  en el origen de la decisión del turismo. Lo primero que el turista considera y decide es adónde quiere ir y porqué. Y de esta decisión básica depende, pero también en ella está, la elección del resto de los productos turísticos: el transporte, el alojamiento, la comida, las diversiones, etc. La percepción de este hecho ha llevado a la concepción de que “el producto es el destino”. Pero en el marco del destino la gastronomía destaca por su importancia, pues forma parte de la cultura que define ese destino. Sin su gastronomía, el destino queda sustancialmente incompleto o imperfecto como producto turístico. El posible turista, antes de tomar una decisión, si se trata de un país que aún no conoce, preguntará por sus costumbres y “que se come”.

El empeño de la UNESCO es y ha sido, alentar la comprensión a través de los lazos interculturales entre los pueblos, lograr que el contacto con el patrimonio histórico monumental y natural sea una experiencia cognoscitiva y fuente de elevación espiritual.

Uno de los temas que la UNESCO ha impulsado en este campo es el de la Gastronomía, pero ésta no ha sido considerada en su verdadero potencia, ni utilizada convenientemente como recurso turístico. Incluso son escasas las referencias que mencionan esta importante expresión cultural como recurso turístico dentro del marco cultural. Argentina por ejemplo, está implementando y ofreciendo como productos turísticos Rutas gastronómicas en la región de la Pampa.

Los servicios, además de ser la base del negocio turístico, juegan un papel fundamental a la hora de alcanzar los niveles apropiados de satisfacción en el turista. Es necesario garantizar una apropiada cantidad de homogeneidad en los servicios que se ofrecen al visitante, y en este camino se encuentran las ofertas gastronómicas de nuestro país.

Es de destacar entonces la iniciativa de Boulevard Gourmet, que no solamente da satisfacción y recuerdos agradables a sus asistentes, sino que seguramente la gran mayoría visitaran pronto los establecimientos que participaron de una tarde inolvidable desde todo punto de vista.


publicado en todopuntadeleste.com.uy

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