Lunes, 13 Junio 2016

“Fomento del turismo para atraer a los forasteros”, Horacio Arredondo, 1888 - 1967

Fue un autodidacta que se destacó por recuperar del olvido y de la destrucción a varios de los monumentos patrimoniales que posee Uruguay; logró conquistar la atención de los que podían comprender su valor para invertir en ellos y recuperar la memoria que conlleva a construir identidad-país.

por Ma. Elisa Fernández Delgado

Reconstruyó fortalezas y delineó recorridos entre las playas de Rocha. Dedicó parte de su vida a desarrollar el turismo a través de la Comisión Nacional de Turismo.

ANTECEDENTES

Era el primogénito de tres varones. Nació en Montevideo el 23 de abril de 1888. Su padre José Horacio Arredondo era el Tesorero General de la Nación, y su madre, María de Navas, fallece muy temprano cuando Horacio tenía 7 años. Su bisabuelo, de origen vasco, había llegado a estas tierras en 1795. Su tío Platón Arredondo, hermano mellizo de su padre, era el Contador General de la Nación.

Sus primeros años los pasó en su casa natal de la calle Arapey (actual Río Branco) entre Uruguay y Paysandú, luego quedará a cargo de su abuela paterna y de sus tías maternas Amelia y Lucía.

El Padre compra un terreno y construye una casa sobre la calle Garibaldi N° 405, esquina Monte Caseros (actual Sanatorio CASMU) donde vivirá toda la familia.

Inicia estudios en 1895, en el colegio de Dorita Castells y en 1899 ingresa al colegio Seminario de Montevideo. En 1901, a causa de un pelotazo jugando al fútbol con sus compañeros, recibe un fuerte golpe en el ojo derecho.

Su médico, Dr. Luis Demicheri, aconseja suspender los estudios. Su padre lo envía al campo, a la estancia de un amigo a trabajar por casi dos años en todas las tareas de campo. Al constatar que le gustaba, le arrienda entre Suárez y Pando un campo. Tenía quince años.

EXPERIENCIAS DE VIDA

El campo era de pastoreo para ganado y caballos de tropa. Se encontraba a 30 kms., de la Tablada. Contaba con corrales y aguadas. Su padre lo visitaba los fines de semana. A consecuencia de una seca arrendó otro campo vecino, pero el dueño omitió decirle que a orillas del arroyo crecía el Mío Mío o “yerba mala” y se le murió el ganado. Volvió a residir en Montevideo y al poco tiempo ingresa como auxiliar en el Ministerio de Trabajo e Industrias e Instrucción Pública a los 18 años, pasó después a ser secretario de comisiones. En 1910 cuando tenía 22 años, acumuló licencias para  recorrer los departamentos a caballo y se quedaba a dormir en las comisarías. También, se convirtió en un buen lector de la historia nacional, arqueología, flora y fauna.

En 1912, se casó con María Celia Déque, hija de emigrantes alsaciano franceses. Vivieron en la casa quinta familiar de la calle Garibaldi. En 1913, nace su primera hija María Celia Marta, quien se convertirá desde temprana edad en su fiel compañera de trabajo, sobre todo, en la restauración de la Fortaleza de Santa Teresa. En 1916, nace su hijo José Miguel. Tenía por entonces el cargo de director de Oficinas y Marcas de Fábrica y de Comercio, pero también, continuaba recorriendo el país. La afinidad con su hija, sucederá también con su nieta María Marta.

Fue un autodidacta, precursor en dar valor a los testimonios de los extranjeros, y un visionario para desarrollar el turismo, sobre todo en el departamento de Rocha. Fue un escritor con ahínco sobre la historia nacional, arqueología, antropología y sobre la historia social de Uruguay. Estudió los elementos y construcciones de todo tipo usadas en la época colonial como: abanicos, las murallas, planos, muebles, vehículos, vestidos, gustos culinarios y obras pictóricas. Pero, también sobre los hombres que los fabricaron, los utilizaron y los legaron, también estudió el mundo vegetal y animal.

EL HALLAZCO DE UNA FORTALEZA EN EL MEDIO DEL CAMPO

En 1917, realiza su primer viaje a Rocha, acompañado de un amigo César Ferreira, y relata:

“La impresión que recibí del arcaico monumento fue profunda. Aquella obra del hombre que tanto decía de su capacidad para crear, abandonada en la inmensidad de los campos despoblados, estaba amenazada de ser sepultada por las arenas, cuya obra arrolladora me pareció difícil de contener. Me propuse de inmediato tres objetivos: escribir su historia, realizar su restauración y contener las dunas con plantaciones apropiadas”.

En el año siguiente, realiza varios viajes hasta la Fortaleza. Para comprender sobre restauración, visita el Archivo Histórico Nacional, el Archivo de la Nación Argentina, los de Río Grande, Río de Janeiro y los españoles de Sevilla e Indias y el Museo Británico. Las visitas sirvieron para compilar datos. En 1919, logra que se interese de este proyecto su amigo, el Presidente Baltasar Brum luego de un largo viaje  hasta el lugar, cuando la vio lo impresionó aquella fortaleza inundada de arena. Arredondo, logró que lo comisionara para empezar la restauración junto al arquitecto Fernando Capurro y al Jefe de la Oficina de Construcciones Militares, coronel arquitecto Alfredo R. Campos. Al capitán de Corbeta, Eduardo Sáez se lo designa colaborador para alcanzar los materiales que llegaban al puerto de La Paloma que debía trasladar en carreta hasta la Fortaleza.

En 1923, comenzó la restauración con un grupo de (12) soldados del destacamento de Rocha y a la vez llegaron en el ferrocarril los pequeños árboles para las plantaciones que resguardasen del ingreso de la arena. En 1925, se designa a Horacio Arredondo director Honorario del Museo Histórico Municipal de Montevideo, fundado por Alberto Gómez Ruano tenía 36 años de edad. En 1928 lleva a su familia a conocer la Fortaleza, su hija Marta comenta las peripecias ocurridas:

 “Llegamos en ferrocarril hasta Rocha y luego en auto hasta la Fortaleza. Al igual que a mi padre me impresionó la majestuosidad de aquellas piedras. Dormimos en lo que es hoy dentro de la fortaleza el cuarto del cura. Tenía techo de zinc, sujeto de riendas de alambre a grandes piedras. El piso se habí¬a cubierto con un entramado alto para evitar alimañas y la humedad. De noche guardábamos la ropa debajo del colchón porque sino a la mañana siguiente chorreaba de humedad”.

En 1927, el Dr. Alejandro Gallinal obtuvo fondos del Senado para la continuar  la obra de restauración. Se formó la primera Comisión, integrada por el coronel arquitecto Alfredo Baldomir, jefe de Construcciones Militares y el arquitecto Fernando Capurro por la Sociedad Amigos de la Arqueología y don Horacio Arredondo por el Instituto Histórico.

“El 13 de diciembre de 1927 las ruinas de Santa Teresa fueron declaradas Monumento Nacional y el 29 de octubre de 1937 las de San Miguel formando parte de la Comisión Honoraria de los Parques Nacionales de Santa Teresa y San Miguel. Horacio Arredondo fue uno los especialistas que se encargó de su reconstrucción. La capilla y los museos militar e indígena de la fortaleza de Santa Teresa, merecieron a partir de la década del cuarenta elogiosas reseñas que intentaban captar la atención de los turistas”. (Revista: Turismo en el Uruguay, 1947: s/p.)

En 1930, los trabajos en la Fortaleza requerían su permanencia en el lugar y lo acompañó toda la familia; residieron en la Administración recién construida. Las comodidades eran mínimas.

Las plantaciones, lograron terminar con el avance de la arena sobre la fortaleza¸ se construyeron los caminos hacia el parque. Luego se sumaron diferentes edificaciones que componen hoy la capatací¬a, el sombráculo, y el invernáculo, a éste último se le incorporó plantas exóticas. Estaba convencido:

“Como lugar de turismo, a la vez que de curiosidad para los aficionados al estudio histórico, la fortaleza de Santa Teresa está destinada a constituir uno de los mayores atractivos de la tierra uruguaya.

Con el nuevo ferrocarril a Rocha y el arreglo de la carretera Rocha-Castillo-Chuy, no tardará en despertar la atención de los forasteros que visitan el país en todas las épocas del año”.  (Revista Mundo Uruguayo, 1930: 140)

En 1937, se integra como miembro de la directiva de la  Comisión Nacional de Turismo, desempeña el cargo de Administrador General desde 1941 hasta 1954. Impulsó una práctica de turismo que potenciara los elementos de la tradición nacional para despertar el interés de los visitantes, como forma de impulsar al sector en pujante desarrollo. En 1965, le otorgan la medalla “Al Mérito Turístico” en reconocimiento a su labor.

DESARROLLO DE UN NUEVO MODELO TURÍSTICO    

En 1937, comenzó las obras de restauración del Fuerte San Miguel, sobre la sierra. El estado era terrible. Los muros, y pocas de sus partes permanecían en pie, y lo rodeaba un espeso monte nativo, intercalado entre formaciones de piedra. Fue idea de  Arredondo conservarlo en su estado original. La reconstrucción no fue fácil, pues parte de ellos en dos oportunidades, se derrumbaron. Como solución se propuso a un lugareño, Gregorio García de oficio picapedrero. Oriundo del pueblo rochense, 18 de Julio.  Terminada la reconstrucción del Fuerte de San Miguel, Arredondo le encarga la construcción de la Hostería del mismo nombre. Arredondo estuvo a cargo de esta obra a lo largo de casi toda su vida, excepto durante la presidencia de Don Luis Batlle Berres, que lo separó del cargo.

Continuó investigando, y escribiendo. Luego se lo reintegra a su cargo, pero ya estaba enfermo. Su última obra en el departamento de Rocha, será la ruta que recorre las playas: la Grande, del Barco, de las Achiras, de la Moza, tramo de la ruta Nº 19, en 2003 se designó este tramo con su nombre. (Anexo I al Comisión de Constitución, Códigos, Repartido Nº 1059 Legislación General y Administra- Mayo de 2003. Carpeta Nº 2423 de 2002) En 1940, durante el gobierno del general Alfredo Baldomir restaura, de época, la Casa  Posta del Chuy, la caballeriza y la pulpería, ubicados en el Tacuarí departamento de Cerro Largo. El valor de la reconstrucción radica en el puente, único en América, porque obligaba a detenerse ante una gruesa cadena, pagar un peaje, y poder cruzarlo.

Para desarrollar el turismo se creó la Comisión Nacional de Turismo, el 21 de marzo de 1930 “con el cometido de proyectar las medidas conducentes a una mayor atracción de forasteros al país”. En 1942, Arredondo, ya se destacaba en la recuperación del patrimonio nacional, y  a la vez, buscaba una  unión de la región en pos del turismo, pero no prosperó su propuesta:

(...) a los pueblos del sud del continente -Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay- a una acción coordinada de fomento turístico, en la seguridad que todos ganarán, que nadie será absorbido por el vecino y que hay intereses superiores, tanto en el orden espiritual como en el material, que tornan imperiosa e impostergable esa acción de conjunto”.  (Arredondo, 1943 "Consideraciones generales sobre turismo". Imprenta LIGU, Montevideo)

En Montevideo, trabajó en la recuperación de la Fortaleza del Cerro, el Cabildo; la Aduana de Oribe; La Quinta del primer Gobernador, Don José Joaquí¬n de Viana, el Molino de Pérez cerca de playa Honda en Malví¬n. Son obras que dirige desde el seno de la Comisión Nacional de Turismo, como Administrador General.

En Colonia, adquirió para el Estado lo que quedaba de la Calera y Capilla de las Huérfanas, la Estancia de Narbona una mansión del siglo XVIII; en Durazno, la Capilla de Farruco; el Parador Punta Gorda a orillas del Río Uruguay. En Rocha trabajó en el Parador de La Coronilla, la Fortaleza de Santa Teresa y la formación de un parque de 20 mil hectáreas; el Fuerte San Miguel con la Hostería, y el recorrido por las playas de Rocha. Fundó museos, el de la Posta del Chuy y el de Santa Teresa, entre otros.

Falleció el 1° de abril de 1967, a poco de cumplir los 80 años. Sus restos descansan en el centro del Parque de Santa Teresa, señalado con un monolítico, erigido en su memoria por la obra realizada.

MIEMBRO DE VARIAS ORGANIZACIONES DE CARÁCTER INTERNACIONAL

Y de varios países del mundo, entre ellos Colombia, Ecuador, Paraguay, España, Venezuela, Cuba, Perú, París, Brasil.

Fundador de la Sociedad de Amigos de la Arqueología y miembro de Número Primero y luego de Honor del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay (1920), presidió la Comisión Monumentos Históricos y miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Historia (1951); La Academia Nacional de Historia de la República del Ecuador (1952); El Instituto Paraguayo de Investigadores Históricos (1946); La Real Academia Hispano Americana de Ciencias y Artes de Cádiz (1929); La Academia Nacional de Historia de la República de Colombia (1934); La Real Academia de la Historia de Madrid (1951); La Academia Nacional de la Historia de los Estados Unidos de Venezuela (1928); La Academia de Historia de La Habana (1945); La Junta de Historia y Numismática Americana (1929); El Instituto Histórico del Perú (1934); La Sociedad Ornitológica del Plata (socio activo); La Societé des Americanistes de París (miembro titular) (1927); El Instituto Histórico y Geográfico de Rí¬o Grande do Sul (1928)

BIBLIOGRAFÍA

Escribió unas (38) obras y escritos, libros, artículos y revistas, entre ellos: El Fuerte de Santa Teresa (1919); De la Época Colonial, La Entrada del Virrey; Arredondo en Buenos Aires (1924); El Brigadier de Ingenieros Don Bernardo Lecocq (1925); Contribución documental para la Historia de la Real Hacienda en Montevideo 1786-1791 (1926); Fortificaciones de Montevideo, El Portón de San Pedro (1927); Santo Domingo (1927); Proyecto de Clasificación del Material Etnográfico y Plan de Estudios de la Sociedad Amigos de la Arqueología, (1927); Iconografí¬a de Montevideo, Grabados de las Invasiones Inglesas, (1927); Conmemoración del 2do. Centenario de la Fundación de Montevideo 1726-1926  (1927); Informe de la Comisión Honoraria de Restauración y Conservación de la Fortaleza de Santa Teresa, antecedentes, plan de trabajo y tareas desarrolladas en los primeros cuatro años con el General arquitecto Alfredo Baldomir (1932); Escritos de Don Dámaso Antonio Larrañaga, con los profesores Rafael Algorta Camusso, Juan Freinoleras e ingeniero Arturo Montoso Guarch; etc.

L/D

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