Viernes, 14 Julio 2017

Aiguá: donde menos es más

Ya desde el nombre, poco común por cierto, tierra adentro del departamento y a poco más de una hora de Punta del Este, puede anticiparse una cuota de misterio que irá descubriendo a paso de pueblo la curiosidad del visitante.

por Carlos Rodríguez Ruiz

Serpenteando entre la Sierra de los Caracoles y las suaves ondulaciones de la penillanura uruguaya, entregados a la Ruta 39 y al mate de la mañana, el paisaje tempranero juega permanentemente con la curiosidad del primerizo, evocando por momentos viñetas salidas de la imaginación: el trote del zorro, apereás, teros, garzas y gallinetas saludando a la vera del camino, ganado pastando y el campo que despierta a sus labores al paso tranquilo de un jinete, van anticipando una experiencia personal muy gratificante.

Llegados a la ciudad, que por momentos parecería detenida en el tiempo, llama la atención una mirada cómoda de casas bajas y techos casi de doble altura, pequeña en manzanas y enorme en historia, ubicada entre dos rutas como de paso hacia algún lado, guardiana de secretos remontados a las diversas contiendas que sacudieron por algunos momentos la tranquila y apacible vida del Uruguay de adentro. Rodeada de verdes y azules en toda su expresión, salpicada ocasionalmente por algunas fincas de apellidos de profundas raíces en el territorio, su ubicación estratégica pronto se hace notar, misteriosa para el profano, llena de orgullo para los del lugar.

En la planta urbana, limpia y despejada, fruto de la generosidad de Margarita Muniz, persisten la rigurosa siesta obligada, calles y veredas inusualmente amplias, apellidos entrelazados por generaciones y una variada colección de fachadas en un sorprendente estado de conservación que por momentos, nos llevan al siglo pasado.

A paso de hombre, la historia vernácula, la profusa actividad cultural y artesanal y los aromas y sabores casi olvidados de las comidas y dulces caseros, juegan con la imaginación del visitante. Desde las gruesas paredes del hoy Bar La Picada, celoso guardián del canto inconfundible de Carlos Gardel atestiguado en la placa, o el mítico Bar de Aurita, reducto pleno de aromas vividos y anfitrión natural de la escena del bar en la inolvidable «Viaje hacia el mar» - encantadora adaptación costumbrista del cuento de Morosoli -, hasta el restaurado Museo de San Antonio de Aiguá o la incipiente arquitectura en barro que gana espacio cada día o simplemente la charla de plaza con los lugareños o los cada vez más habituales extranjeros que eligieron este lugar en el mundo para «ser de Aiguá», todo parece sorprendentemente más cerca, quitando sentido a las distancias.

En las afueras de la ciudad, el Centro de Información cobija a la excelente artesanía del lugar, custodiada por la Carretilla más grande del Mundo, paso obligado porla ruta 13 que pasa kilómetros adelante frente a lo que los lugareños denominan como el primer banco privado de la región, mientras nos acerca a las Grutas de Salamanca, formación natural única en su género y que se pierde en el tiempo, refugio natural de varias especies de aves y animales, amén de un paseo casi obligado con visitantes de todo el mundo en uno de los mejores balcones naturales del Uruguay.

Si nos sorprende la noche, la tranquila ciudad del «agua que corre» (elegimos este hermoso significado en guaraní de Aiguá, entre otras acepciones), cuenta con alojamientos de buen nivel y con la certeza de conversaciones encontradas, la agradable sensación de elegir desconectarse y estar con uno mismo, rumbo a un descanso sin precedentes arrullados por el silencio. Altamente recomendable para disfrutar de la naturaleza y volver a nuestras raíces. Aiguá, el lugar donde menos es más.

Tips imperdibles

· Siempre con la cámara lista.

· Visitar la Gruta de Salamanca.

· Un café conversado en el Bar de Aurita.

· Las fachadas restauradas.

· Los canelones caseros de El Brocal.

· La simpatía y conocimiento de María Eugenia.

· La artesanía local.

· Charlar con los extranjeros residentes.

· El silencio de la siesta

imágenes carlos Rodríguez

publicado en Revista Editorial Turística Nº 267 - julio 2017

L/D

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